Recuerdo con cariño ese tocadiscos que había en casa en el que escuchaba mi música favorita.
Era todo un ceremonial: encender el aparato, buscar entre los discos y cuando ya había encontrado el elegido sacarlo con mucho cuidado pasarle el pequeño cepillo de terciopelo para quitarle el polvo y colocarlo con mimo en el plato posando con el mayor de los sigilos el brazo con la aguja encajando perfectamente en uno de los surcos…… y luego a soñar disfrutando.
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